lunes, 24 de febrero de 2014

Tecnologías que matan

Desde que la tecnología llegó a nuestras vidas, todo ha cambiado a nuestro alrededor. La cosa es que ya no nos acordamos de cómo vivíamos antes de su llegada, cuando no estábamos conectados las 24 horas, ya sea mediante redes sociales, móvil o wassap. Y es que, por muchas ventajas que tenga, y que nos encante poder hablar horas y horas, a veces nos pasamos de la raya.

No tenemos temas de conversaciones cuando nos encontramos con los amigos, y más de una vez caemos en ese incómodo silencio que a nadie nos gusta. Sabemos que usamos demasiado el móvil, pero no somos capaces de apagarlo y disfrutar de una buena charla, de una buena película, una obra de teatro o una tarde en familia, porque es mucho mejor interactuar en mil conversaciones, que centrarnos en una. Y lo digo porque a mi también me pasa.




Reconozco que la idea de poder contar todo aquello que me pasa por la cabeza, en cualquier momento, es suculenta, incluso adictiva, pero también peligrosa. No sé si os habrá pasado, pero yo he quedado para tomar café con amigos y éstos han estado más atentos a su móvil que a la conversación. Y entonces es cuando tú te preguntas para qué te llaman si no te hacen ni puñetero caso. La verdad es que es una sensación muy desagradable.

 También me ha pasado de estar en una reunión y que todo el mundo, absolutamente todos, estén chateando a la vez, mientras tu te cuestionas si serás tú el punto de partida para tanta charla cibernética. O estar cenando o en el cine y que te escriba el pesado de turno, para contarte algo que, inexplicablemente, considera que podría interesarte, algo"importante", como por ejemplo, lo que está viendo en la tele. Y claro, llega la eterna pescadilla que se muerde la cola, porque tú no quieres ser grosera, pero tampoco sabes cómo decirle que la conversación ha llegado a su fin...

Pero ahí no queda la cosa, porque además de habernos quitado todo el protagonismo en los eventos a los que acudamos, la tecnología cada vez nos asusta más. Cada vez es fácil saber más cosas de los usuarios: fotos, qué están haciendo, cómo se sienten, ubicación exacta de dónde estamos, horas de conexión,etc. Esto de las horas ya, es lo último en rupturas. Y es que parece que hay un interés general para que seamos una sociedad soltera y entera. Que si con quién hablas, que si por qué miras tanto el móvil, que si has agregado a alguien que no conozco a facebook, que si anoche te conectaste de madrugada y me dijiste que te ibas a la cama antes, bla bla bla.

Y claro, como imaginaréis, los infieles por naturaleza están en un sinvivir, porque esa doble vida tiene fecha de caducidad. Por narices. Aquí no hay escapatoria posible. Sin ir más lejos, hace un par de días fui testigo directa de cómo el pánico se apoderaba de las masas, cuando una de las compañías más punteras en mensajería instantánea, anunciaba que creaba una nueva aplicación para desvelar con quién hablaba el usuario en cada momento.  Entonces aquellos que paseaban por la red vieron cómo sus vidas corrían peligro y comenzaron las manifestaciones en contra de la nueva app. Por suerte, más tarde leí una noticia en la que se desmentía todo, para la tranquilidad de los posibles afectados

Y ante todo este trajín, ya no sabemos si la tecnología tiene límites o hace mucho tiempo que los perdió. Yo no se qué pensaréis, pero creo que deberíamos hacer un repaso a la cantidad de horas perdidas que le dedicamos al móvil. Creo que seríamos mucho más felices si restringimos el uso sólo para ocasiones puntuales y nos dedicamos a disfrutar más de nosotros mismos. El caso es que de un modo u otro, hay que estar alerta, porque a este paso, ni la misma CÍA...

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