martes, 26 de agosto de 2014

Comienza la cuenta atrás...


Algo se acaba, lo noto en cada partícula de aire que me roza, en el color del cielo y en ese viejo plumero que crece en el jardín de mi tía, cuando llega el final de Agosto. No es una estación, no es una época estival ni el fin de las vacaciones, es, para mí, un año más.

Es el fin de una etapa esperada cada año, el despertar de un paraíso en el que no existe el tiempo porque cada verano, su magia te devuelve al pasado, parando todos los relojes y alejándote de cualquier atisbo de estrés o realidad diaria.

Habrá que volver a esperar un año para tomarnos esa cafela cada tarde, para volver a perdernos con las viejas amistades, mientras nos ponemos al día y apuramos las tardes de playa como si no hubiera un mañana, para hincharnos a comer pipas con un gin tonic en la mejor compañía, para asistir a esas barbacoas que saben a gloria, para disfrutar de la familia, por todas aquellas veces que no podemos hacerlo durante el resto del año, para buscar ese horizonte que nos regala Doñana, que nos incita a descubrir sus nuevos rincones, llenos de dunas y montañas de belleza, habrá que esperar para sentir el olor del mar cuando abrimos los ojos por la mañana, para trasladarnos de Agosto a Enero, cuando llega esa ola de frío a partir de las ocho de la tarde, para volver a mi restaurante favorito, ese en el que me siento como en casa, ese en el que siempre hay una mesa para mi, un plato exquisito y un cálido abrazo.

Y lo más importante y lo que más miedo da, espero que el próximo año sigamos todos aquí, todos esos que aportan su granito de arena para que desconectemos, para que volvamos a ese lugar en el que hemos crecido, para que, durante un tiempo, no queramos saber más allá del hoy, porque no necesitamos nada más que el presente. Dentro de un año, los benjamines de la familia ya no serán tan pequeños, y ya no celebraremos el cumpleaños de dos niños, sino de dos adolescentes. Los que ayer correteaban cargados de inocencia, empezarán a vivir experiencias desconocidas, y comenzarán a vislumbrar ese otro lado de la vida.

Este palacio de sueños, con vistas al mar, se irá vaciando poco a poco, mientras yo aguanto esa inevitable emoción que me inunda cuando se aproxima Septiembre, un golpe de melancolía incontrolable, un suspiro que me hace recordar que aquí siempre tendré una caja de recuerdos que volver a empezar. Porque siempre podemos volver, pero la alegría del verano se esfuma con el ritmo de las olas, no es lo mismo. Feliz fin de Agosto para esos nostálgicos que me entendéis...