viernes, 24 de mayo de 2013

Pasa la vida, pasa la vida...

El tiempo es algo inmaterial que se nos va de las manos. Es aquello que no existe, que no podemos dominar. Algo que sólo dura unos segundos, porque en un abrir y cerrar de ojos,se evapora. Y cuando quieres darte cuenta, ya sólo queda una mínima parte de él, en tu mente. Realmente, yo creo que su misión es hacernos recordar y sentir. Siempre nos hace sentir, puesto que nunca muere. Es lo único que no para a nuestro alrededor.  Lo perdemos todo, pero no podemos perder el tiempo. Ese falso mito es sólo una falacia. Nunca podemos ganarlo ni tampoco perderlo, puesto que sólo somos unos espectadores de su implacable paso. A  veces, me gustaría ganarlo, pero sé que es limitado y lo único que podemos hacer es aprovecharlo, porque no podemos ser dueños de algo que no nos pertenece.

Hoy, el cuerpo me pedía volver al pasado, necesitaba sentir que soy ajena a toda esa modernidad que nos rodea y que nos aleja tanto de esa esencia tan especial, que un día añoramos. Esta acción también es conocida como "desconectar". Y creo que, a todos nos viene bien hacerlo de vez en cuando. Entre mis recuerdos, nunca puede faltar un "Cruz de navajas", un "Perdido en mi habitación", "Aire" o " El 7 de septiembre". A veces, parece que ese tiempo ya no existe, pero sólo entonces,  escucho mis canciones de Mecano, y vuelvo a sentir esa montaña de sentimientos, que sólo puedo encontrar en la música de los 80. 

Son tantos y tantos momentos, escuchando esas letras e imaginando cómo sería el futuro, que, paradójicamente, cuando ese futuro se ha hecho presente, yo vuelvo al pasado. Sólo recuerdo cosas bonitas. Aún cierro los ojos y me parece que fue ayer cuando fui con una de mis grandes amigas a esperar a los chicos del musical a la puerta del hotel en el que se alojaban, para hacerles un reportaje para la facultad. Ya lo había visto muchas veces. En mi añorada Madrid y en Sevilla. Me sabía los diálogos de memoria, me emocionaba de lleno cada vez que me sentaba en esa vieja butaca del teatro y me dejaba llevar por esa historia ochentera. De repente, yo era una protagonista más y aunque sabía que lo que tenía delante de mi, eran actores, a mi me seguía embelesando. Recuerdo con cariño a Marco, una grandísima  persona, con la que tuve la suerte de pasar toda una tarde y descubrir que era, aún, mejor actor de lo que yo pensaba. Aunque eso es sólo una mínima parte de lo que supone para mi, cantar esas canciones.


Desde luego que, si estuviera en nuestras manos inventar alguna fórmula de parar o ganar tiempo, ya alguien lo habría hecho, desde hace muchos años. Pero parece que no vamos a estar en este mundo para descubrirla, así que lo mejor que se puede hacer es viajar a través de él. Yo lo hago siempre. Sobre todo cuando necesito sacar una sonrisa. Esto es inevitable en mi, porque como buena piscis, me paso la vida en ese otro mundo paralelo que creamos para desahogarnos.


 Yo me transporto encendiendo la radio, pero ya cada uno encontrará cuál es su medio. Es un viaje interesante porque no tengo hora de regreso y tampoco tengo que abrir la cartera, tan sólo hay que escuchar, en mi caso, todas esas letras. Está claro que no puedo adelantarlo ni pulsar el botón de stop, pero si puedo disfrutarlo, porque si de algo me he dado cuenta, por algunas circunstancias que me están rodeando, es que estamos aquí para eso. Bueno, yo hablo por mi. La verdad es que no sé qué pensaréis vosotros, pero creo que tenemos que disfrutar mientras podamos, porque para eso hemos venido. Y normalmente, esos momentos que tenemos que exprimir, parecen estar bastante claros, pero estamos tan inmersos en mirar el reloj, que no sabemos ya apreciarlos. Pero esta duda no es eterna, porque llega un día en el que te das cuenta de todos aquellos instantes que no has sabido reconocer. Para cuando eso ocurra, no hay un remedio exacto, pero si hay una posible reacción; que es mejorar el presente y no permitir que nos vuelva a pasar.


Y para eso,  me gustaría hacer una reflexión que, a menudo, no nos hacemos. Vivimos a tope, pero no demostramos. Muchas veces nos creemos que si, pero en realidad, no lo hacemos. Nunca es suficiente, porque siempre hay alguien cercano, que necesita una demostración por nuestra parte. Quedarse con las ganas de algo, es no haber vivido tu vida, sino una sombra de lo que la misma reflejaba.

Pastora Soler tiene una canción que a mi me encanta, porque tiene una letra sobrecogedora, que dice unas verdades universales. "Cuanto sentimos, cuanto no decimos, que a golpes pide salir, escúchame antes que sea tarde, antes que el tiempo me aparte de ti". No hay que callarse nada, ninguna palabra está mal dicha, si al final se dice. Lo más importante que tenemos es la gente que nos quiere.

Es vital que demos ese cariño que hemos recibido y que es lo que le da sentido a nuestro yo personal. Sin eso no seríamos nada.  Es lo único que tendremos cuando nos llegue la hora de realizar ese viaje, para el que no podemos comprar el billete de vuelta. Así que yo, por mi parte, no se si lo haré bien o no, pero al menos, intentaré que aquel que me quiera, sepa que el sentimiento es recíproco, porque sólo así, el tiempo pasará más lentamente...

jueves, 2 de mayo de 2013

Reflexiones de cualquier noche

Hace tiempo que no escribía en mi blog personal. Supongo que los quehaceres diarios y un espléndido mes de abril en Sevilla, no me lo han permitido. Quizás también me ha faltado la inspiración necesaria para poder expresarme libremente, como a mi me gusta. Pero es en los momentos más inesperados cuando sientes esa necesidad de escribir. Y no hace falta tener un buen motivo o algo muy interesante que contar. Lo mejor de todo esto es que cualquier chorrada puede ser nuestra musa. El día que no encuentre una bonita historia en la más absurda de las cosas, empezaré a preguntarme qué está fallando.

Esta noche me apetecía hablar sobre cómo soy yo y cómo me siento, como periodista y persona. No sé si ambas cosas tienen que ir ligadas. Lo cierto es que siempre he escuchado que a cada uno nos pega una profesión y que no todos servimos para ejercer lo mismo. Yo siempre he sentido una fuerza en mi interior, una tensión constante, un impulso imparable, que me ha llevado a hablar por los codos, a preguntar y siempre querer saber más. Y no voy a ser tan "perfecta" como algunos compañeros periodistas, que se han pasado la vida recordando públicamente que ellos sólo han visto los documentales de la 2, para dejar claro cuáles son sus intereses en esta vida.  Puede que yo sea una oveja negra porque  he sentido esa sensación al ver un interesante documental o al tragarme un programa de entretenimiento o telebasura.

 La verdad es que nunca me he creído estas anécdotas, como tampoco me he creído la suerte que tenían algunos compis iluminados en un examen, cuando sacaban un diez, pero no habían estudiado nada, ya que lo leyeron un par de horas la noche antes y : "bum"; la materia entró en sus cerebros como obra del señor. Esto era un tema que me generaba diversas dudas y que sólo creía, cuando se trataba de alguien que fuera muy inteligente y que a mí me constara.

Pero bueno, no quiero desviarme, que estoy divagando demasiado. Supongo que será cierto que hay personas que sólo se preguntan por X cosas; pero yo nunca lo he comprendido. Porque es que realmente, a mi me interesa todo!!! quiero saberlo todo, quiero indagar, me gusta buscar donde no hay, porque siempre hay algo que desconocemos. Cuando oigo esa típica frase de : "no se puede buscar donde no hay", yo pienso: " ¿qué no hay?, eso lo dirás tú. Algo habrá". No podemos saberlo todo, por lo tanto, siempre nos quedarán cosas por conocer o descubrir. No somos muy conscientes de la belleza que tiene un signo de interrogación; el cual simboliza, una grandísima parte de mi persona.

Me gusta saber el por qué de todo, amo interrogar a la gente cuando me presentan a alguien, quiero buscar más allá cuando me dan una respuesta poco creíble, buscar informaciones macabras, personales, etc. Y siempre tendremos esa eterna lucha con el típico tonto que llega y te dice "cotilla". Y yo pienso: " ¿y? ; y si lo soy,¿ pasa algo?; ¿está reñido mi nivel cultural con mi curiosidad?, yo no lo creo.

Estoy muy orgullosa. Me aburro si no investigo, si no saco mis propias conclusiones, si no monto mi propia película mental sobre cualquier acontecimiento... es que es muy divertido.  Pero siempre aparecerá ese ser inepto que te llamará cotilla.

En esta vida hay dos grupos de personas; los que piensan que la curiosidad mató al gato, y los que creemos que, al menos, el gato murió sabiendo. Me gustaría aplaudir a todas esas personas que comparten conmigo esa curiosidad innata por todo y que, a menudo, buscan las respuestas que necesitan, ya sea en una investigación sobre una noticia importante, leyendo un libro, buscando y comparando informaciones en diversos medios, viendo programas telebasura, culturales, siendo espectador de Íker Jiménez o leyendo una revista de cotilleo. Porque mientras nos guíe ese signo de interrogación, habrá un motivo más para seguir siendo periodistas.