jueves, 2 de enero de 2014

Bienvenido 2014...

Por fin llegó ese momento que he estado esperando durante 365 días. Desde que me tomé la última uva del 2012, que daba paso al 2013, ya sabía que no sería un buen año para mi. Lo intuí y no me equivoqué. Del año que se ha ido, no recordaré cosas demasiado buenas.

Ojalá tuviera una balanza con la que pudiera equilibrar los momentos que he vivido en 2013, pero si así fuese, ganaría más el lado malo que el bueno. No puedo decir que lo olvidaré, que haré como que nunca existió, pues sería engañarme a mi misma.

Hay cosas que nunca podré perdonar. No podré perdonar que se llevara a una persona a la que toda mi familia queríamos muchísimo, nunca perdonaré que nos haya hecho derramar tantas lágrimas, ni que se adueñara de la alegría de mi casa. Sólo podré agradecer la calma y salud que ha mantenido en mi hogar.

Nos ha atizado de un modo devastador. La crisis, el hambre, los desahucios, las enfermedades... eso es lo que muchas personas han sufrido en este año. Los que tenemos la suerte de no haber pasado por ese trance, sabemos que somos afortunados y por supuesto, agradecidos, pero moralmente no hemos recibido más que palos y desdichas, en un año, en el que creo que todos hemos perdido un poco de esperanza e ilusión. Al menos yo me siento así.

He llorado viendo el telediario, he sentido tristeza de ver cómo mi país, impotente, asume circunstancias que no merece y he deseado con todas mis fuerzas que llegaran tiempos mejores. No sé si el 2014 escuchará mis plegarias, pero quiero tener fé en que si lo hará.

No pido demasiado, me conformo con salud para los míos , y trabajo para todos. Y si me pongo a pensar, me gustaría que el nuevo año devuelva esa alegría que siempre ha caracterizado a mi gente, aquella que ha ido amainando, a medida que transcurrían los acontecimientos. Quiero ver a mis padres contentos, con nuevas ilusiones y al resto de mi familia.

Espero que su llegada nos de la oportunidad de seguir creciendo, de empezar a tejer esos sueños que siempre aparcarmos por creerlos inverosímiles, de ponernos en nuestro sitio y de sonreír a la vida. Quiero que, cuando se aproxime el 2015, todos podamos pedir que el año nuevo se porte como el anterior y que cuando recordemos lo vivido en él, la balanza se incline para el lado bueno. Os deseo un comienzo brillante en el 2014, o al menos, que sean muchos los momentos en los que encontréis la felicidad.  Un abrazo para todos.

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