martes, 5 de noviembre de 2013

Tiramisú de limón

Nunca el asfalto fue tan exquisitamente cálido. Se sentó en la acera, dejando a un lado el entorno, liberando la sencillez que explosionaba en sus adentros. Sus ojos reflejaban la pesadez del pasamontañas que le tapaba la visión. Ya era hora de abrirlos bien. Nunca una conversación fue tan significativa ni esclarecedora. Sentados escucharon un canto de sirena, que nadaba entre resquicios de química. La locura no siempre llega en forma de balada, por eso el éxtasis se disfrazó de simples letras, letras de un mes de agosto, que purulaban por la calima veraniega. Sonidos de nada y melodía de todo, que decoran aquella canción, que decía eso de " que sepas que el final no empieza hoy".

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