miércoles, 15 de octubre de 2014

Una taza cargada, por favor: "lo que enseña un café"





La última vez que lo vi me contó que su vida iba bien, por fin se había dedicado tiempo, ese tiempo que nunca tuvo, que jamás necesitó. Pero nada es eterno, había llegado ese momento en el que el alma dijo basta y tuvo que aprender a ser egoísta, a dejar de pensar en los demás y a dedicarse a quererse. 

Tenía por delante todo un reto que cumplir, enfrentarse a sí mismo. Me dijo que no hay mayor enemigo que el miedo, el miedo que nosotros mismos nos creamos, las barreras que sacamos de la nada y los límites que cortan nuestras alas. Lo escuchaba atentamente, mientras me parecía estar escuchando a un maestro de la vida, a un ser importante, que el día de mañana marcaría un antes y un después en la historia del mundo. Pero no era ningún filósofo ni ente diferente, era uno más, entre toda esa civilización que lleva años perdida, entre todas esas siluetas que a menudo corren persiguiendo un horario, una rutina, unos sueños prefabricados y un estereotipo de vida. Lo hacen sin ni siquiera pararse a pensar por qué lo hacen. No lo saben, nunca lo han pensado. Han aprendido bien esa lección moral para la que somos educados desde niños, y nada más ha importado. No se han preguntado quiénes eran ni qué querían ser, simplemente, han sido, se han dejado llevar por una marea alterada, por el vaivén de un temporal.

Muchas veces. nos sentimos perdidos, sería imposible decir lo contrario, no sabemos ni qué queremos realmente, tememos a equivocarnos, a no conseguir ninguno de esos sueños, a ser juzgados por los que más nos quieren y esperan mucho de nosotros, y entre todas esas pesquisas nos perdemos la pista. Dejamos de recordar lo que fuimos, qué dejamos atrás, cuál fue el día en el que firmamos un contrato con la vida, un contrato estereotipado y una condena para no destacar, para no luchar, para no pelear.

Hablando y hablando, también me confesó haber cogido al toro por los cuernos, haber puesto sus cimientos patas arriba, sin saber con seguridad si acertaba o erraba. "El instinto nunca falla", me decía. "Debemos oírnos a nosotros mismos". Yo pensaba que tenía ante mis ojos un tipo valiente, un ganador, porque cuando uno lo arriesga todo, nunca puede perder, sólo puede tener más o menos suerte, pero perder es imposible. Pierde el que no lo intenta, el que carga con un sentimiento de culpabilidad bastante grande, el que se arrepiente por haberse dejado llevar por lo "común".

Nacemos para conseguir unos objetivos y la sociedad ya ha decidido por nosotros cuáles son. Vivimos para estudiar, luego trabajar, tener una pareja, casarnos con nuestra pareja, tener unos hijos y envejecer con alguien al lado, mientras que aparecen esas arrugas en el rostro, que indican que el tiempo ha pasado. Pero yo me planteo, ¿por qué juzgamos con tanta facilidad las decisiones ajenas?, ¿qué pasa si en mi vida, en mi camino, en mi presente y mi futuro yo quiero arriesgar?...

Dando vueltas al mismo eje, llegué a una conclusión clara: las opiniones son sólo opiniones y no deben influir en nuestras decisiones ni en nuestra forma de ser. Cuando nos perdemos, necesitamos encontrarnos, preguntándonos a nosotros mismos, y a veces no tenemos respuesta. Lo importante es tomar decisiones con seguridad, sabiendo que vamos a encaminarnos en lo que realmente queremos y si fallamos o acertamos poco importa. Apostar por lo que creemos, a veces, no es tan malo, porque aquel que pone trabas a una persona que apuesta, significa que no es valiente, y este mundo está hecho para los que van más allá, para aquellos que buscan el camino difícil, para los que no se conforman con lo que hay, sino que quieren que haya.

Y cuando te lamentes porque pensabas que llegarías a ser ese alguien importante, que harías grandes cosas y creas que no las has hecho, recuerda que sigues luchando por todas ellas y creer en todas y cada una de ellas, te hace grande, pues lo común es sucumbir ante lo seguro, pero la incertidumbre no la quiere nadie.

Para presumir hay que sufrir y para vencer hay que intentar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario