martes, 16 de septiembre de 2014

El olvido del ayer







Parece mentira cómo pasan algunas personas por nuestra vida, parece mentira que existan seres capaces de guardar el ayer en una caja bajo llave, que el pasado se desmenuce en la memoria, se evapore en la nada, como si los recuerdos no fueran el más preciado tesoro que tenemos y tendremos.


Cuesta comprender las razones que llevan a una situación de olvido, sin motivo ni razón, pero a veces llega y se lleva por delante todo lo que de buena fe, un día ofrecimos. Se pierden los sentimientos, se pierde la esencia de la vida. Aún no hemos terminado de entender que nacemos gracias a una oportunidad, que somos una especie afortunada, pues podemos sentir, experimentar con nuestra alma y ser conscientes de ello. Hemos venido para aprender, para mejorar y para aprovechar, pero no todo el mundo es capaz de darse cuenta.

Lo peor de la vida es que un día acaba. Sí, todo tiene su fin, por muy duro que nos parezca, por muy lejano que veamos el túnel, en un momento puntual, llegará, como ha llegado todo aquello que siempre has esperado, y lo ideal es que cuando llegue, tengamos la conciencia limpia, estemos satisfechos con nuestras decisiones y sintamos un profundo amor hacia todo lo sentimental que dejamos en este lado. De nada nos servirá la riqueza mundana ni el éxito, ni siquiera el poder, porque todos caminaremos hacia la misma ruta.

La cuestión es cómo lo hagamos, la diferencia está en el arrepentimiento que sintamos y hayamos callado, en las veces en las que nos haya ganado el orgullo o nos hayamos dejado llevar por el rencor, esas armas poderosas que matan lo esencial, convirtiendo el hoy en la única verdad, verdades a medias, pues siempre queda en nosotros esa huella del pasado, esa cuna en la que nacemos, esas personas que marcaron nuestra vida e influyeron en nuestras decisiones, aquellos que nos cogieron la mano en los peores momentos y rieron al unísono de nuestras carcajadas en los mejores, esos incondicionales que, un día desechamos de nuestro lado, como si no formaran parte de lo que hoy somos. Es dañino pensar que actuamos así cuando creemos alcanzar alguna estúpida cumbre, cuando creemos que ya no los necesitamos, es dañino, incluso egoísta.

Qué pena, qué forma de malgastar esa dulce oportunidad, qué lástima cargar con una mochila de pesares, de pensamientos infinitos, de porqués, de condicionales sin respuesta.  Las personas con las que nos cruzamos siempre tienen algo que enseñarnos, incluso a veces somos lo que somos, sin saberlo, gracias a ellos. Todo forma nuestro yo, hasta el más mínimo detalle. Todo el mundo tiene ayeres perdidos en lo más recóndito del limbo, ayeres que queman y que yacen en lo más profundo del interior.

Todos deberíamos valorar lo que realmente importa, porque mañana puede ser tarde y el peor castigo que existe es el arrepentimiento, es lo más triste y a la vez lo más sincero. Os invito a todos a reflexionar con estas palabras, para que enfaticemos lo que si importa, el aspecto sentimental, ese que debería guiar nuestros pasos y que tanto necesita el mundo para poder girar correctamente.

Que tengáis una feliz tarde...

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